LOS JUSTOS


Toda la gente cuenta con un «expediente limpio» al nacer, son justos. Dios es justo, cada persona es creada a su imagen. Así es como una persona comienza: inocente y sin mancha.

A pesar de que todas las personas nacen con la tendencia a pecar, también cuentan con una conciencia y la habilidad de obedecerla. Requiere un acto de voluntad. Requiere esfuerzo determinado para vivir por la conciencia. Una persona justa, jamás dirá que es justa. Poseen humildad y duda propia. Cuidan de su prójimo como a sí mismos. Ellos no destruyen a otros, sino que los fortalecen. No son ventajosos, son justos. Para ellos es importante mantener una buena conciencia y manterer su integridad. Profúndamente saben que habrá un juicio. Saben bien que un día darán cuentas por lo que hagan. Los justos conducen sus vidas en anticipación de aquel día.

En el matrimonio, un hombre justo trabajará para proveer para su familia, dura y honestamente.[1] Ama a su esposa e hijos y sacrificará sus propios placeres por el bienestar de su familia. Él respeta la imagen de Dios en los demás, por lo que sabe y cree que un asesino, debe ser ejecutado,[2] sabiendo esto, votará únicamente por candidatos al gobierno, que mantengan la pena de muerte.[3] Una mujer justa confiadamente se somete a su marido, la cabeza de la casa, y su deseo es para él, para edificarlo. Ella soporta el dolor al dar a luz sin intentar escapar del parto, con cirujías o analgésicos, de esa manera continúa uniéndose a sus hijos a medida que crecen.[4] Así los hijos crecen seguros sabiendo que son amados.

Gente así, cuida de otros genuinamente, tratandolos con respeto e igualdad. Hacen lo que está bien, no para ser reconocidos, sino porque valoran la bondad.

Solo algunos pocos justos quedan. En la sociedad de hoy no hay mucho espacio para ellos. No irán al infierno, como muchos cristianos piensan, solamente por no haber escuchado y creido en Jesús. Ellos probablemente hubieran creído si hubiesen escuchado de él por parte de alguien que le conociera de verdad. Por sus buenas obras, los justos se hacen dignos de una segunda vida en el reino eterno de las naciones. Hombres y mujeres justos deben (y pueden) pagar por sus propios pecados en la muerte primera,[5] pero conforte les aguarda después del juicio final.[6]

Serán justos todavía…  Para siempre y siempre...

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